jueves, 13 de noviembre de 2008

DE AMORES IMPOSIBLES (y verdaderos) - La columna de Mariana Enríquez

Estoy al borde del divorcio y el ataque de nervios. Y, encima, viuda. Explico un poco. O mejor, doy un rodeo antes de entrarle al tema. De entre las muchas cosas que los hombres no entienden de las mujeres, una de las que más se destaca es la pasión desenfrenada que nosotras sufrimos con frecuencia, en diferentes momentos de la vida, por un actor, estrella de rock o futbolista, depende el gusto o el azar. No es como los que les pasa a ellos, que pueden calentarse con una fémina célebre en particular, o tenerle un cariño especial (como esos hombres finos que están medio enamorados de Scarlett Johansson, por ejemplo). Lo que a nosotras nos pasa es distinto: es amor verdadero por alguien inalcanzable, totalmente compatible con el amor de la vida real, pero igual de sincero.

Yo sólo les pido a los hombres en general, y al mío en particular, que nos dejen tranquilas con estas fantasías que parecen una estupidez.

Yo estoy en una etapa de esas, y atacadísima. El objeto de mi amor total viene siendo, hace ya tres años: Heath Ledger. Me enamoré viéndolo por cable, de madrugada, en una película menor que se llama "Corazón de caballero" y me vine loca. Gracias a los dioses, él se hizo famoso (a mi me pasa de enamorarme de hombres exóticos que después no puedo encontrar ni en el Google ¡Este tipo de amor es así, muy volátil!). Cuestión es que el enamoramiento con Heath aumentó después de esa iniciática película, y empecé a juntar fotos: hay una con pullover azul y bufanda roja que casi me manda a una tumba temprana. Cuando se murió este verano de una sobredosis yo caí en depresión auténtica, al punto que mi chico ponía los ojos en blanco cuando me veía deambular por el departamento en horrendo batón y llorando; y amenazó con dejarme. Yo traté de ocultar mi desdicha, porque todavía no estoy psicótica y diferencio entre realidad y ficción. Pero cuando me dejaba sola, horas pasaba juntando sus fotos y películas (me falta una sola).

Como muchos otros, pero por motivos diferentes, yo también estaba esperando la nueva peli de Batman. El Hombre Murciélago me tiene francamente sin cuidado, porque en esto soy una chica convencional: no entiendo a los superhéroes y me aburren hasta la muerte cerebral. Yo sólo quería verlo a él; Heath Ledger, qué me importaba que fuera malo, degenerado y estuviera desfigurado y haciendo de Guasón. Cuestión que casi me echan de la sala, porque mientras todos se divertían yo lloraba casi a grito pelado. Volví a casa y me tendí en la cama aduciendo un dolor de cabeza (que padecía en serio, de tanto llorar). Yo sólo les pido a los hombres en general, y al mío en particular, que nos dejen tranquilas con estas fantasías que parecen una estupidez. Nos consuelan de lo salames que pueden ser los hombres reales, y nos ayudan a aguantarlos un poco más, o incluso un rato más. Así que si hay alguna por allí que sufre por quien sea, les comparto el sentimiento. Y esperemos que al divino de Sandro le hagan un transplante exitoso, porque si todas sus nenas entran en viudez de golpe, no quiero imaginar en qué puede convertirse la Argentina.

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